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Las derechas peruanas

Artículo publicado originalmente en ContraPoder, suplemento físico del diario Expreso.

El término “derecha” sirvió en un inicio para designar a los diputados liberales, moderados o girondinos, que ocuparon esta ubicación de la cámara donde se reunían los diputados durante la Revolución Francesa. Estos se oponían a los radicales, o cordeliers, de la “izquierda” así como también a los extremistas, o jacobinos, localizados en la parte alta de la sala, y que eran conocidos como “la montaña”. Fue recién en el primer tercio del siglo XX que esta denominación entre los sectores de una cámara parlamentaria se ha extendido para englobar a las fuerzas defensoras de un orden establecido en la sociedad y que se enfrentaba a las tendencias progresistas.

Ahora bien, si en el lenguaje coloquial se usa la expresión “derecha” en singular para calificar a todo un sector político, en realidad se debe analizar si este conjunto representa un bloque de pensamiento y acción univoco o en su interior existen corrientes, tendencias o sensibilidades que más que hablar de una “derecha” nos permitirían referirnos a unas “derechas” en plural como bien hacen los políticos y politólogos en España.

En el Perú, desde los años 30, estas corrientes de la derecha o derechas, se han podido apreciar algunas ocasiones con más claridad y otras. En el proceso electoral de 1936 gano el Partido Social Demócrata (apoyado por el entonces izquierdista APRA) los comicios porque las derechas concurrieron separadas. La derecha populista tuvo como candidato a Luis A. Flores de la UR, la derecha Liberal siguió a Jorge Prado en el Frente Nacional y la derecha conservadora se reunión entorno a Manuel Vicente Villarán. El proceso tuvo que ser anulado.

En 2021, el apoyo “monolítico” que tuvo Keiko Fujimori en 2016 (con 39% en primera vuelta) se esfumo y aparecieron las derechas peruanas actuado con identidad propio. La derecha populista se redujo tras Keiko, la derecha liberal se despinto del naranja que llevaba desde los 90 siguiendo la candidatura fucsia de Hernando de Soto y la derecha conservadora se pintó de celeste tras Rafael Lopez Aliaga.

Los éxitos políticos y económicos de los años 90 no se pueden explicar si no se comprende que Alberto Fujimori pudo reunir tras de sí a lo mejor de las derechas; la popular (Vamos Vecino), la liberal (Nueva Mayoría) y la conservadora (F.F.A.A. y las Iglesias) permitiendo una década de paz y progreso. Las divisiones internas de aquel frente ante los ataques externos quebraron esa experiencia en beneficio de la Republica Caviar que hasta hoy se sostiene en base a la alianza de la burocracia de los tecnócratas empresariales (la derecha caviar) y la burocracia de los consultores de las ONG (la izquierda caviar).

Para que la derecha no repita sus errores electorales del pasado y pueda lograr éxitos perdurables para el país, debe entender que nadie es dueño de la verdad política. Que se debe buscar la unidad con el respeto a las varias formas de ser de derecha, con respeto a las “derechas”. Pero aquí se debe ser muy claro. El respeto y el espíritu de unidad no quiere decir aceptar un “sancochado” que diluya la identidad propia. Por lo dicho hay tres puntos que deben mantenerse como principios centrales: 1.- La mal llamada “derecha caviar” no es derecha sino izquierda convenida. 2.- Qué a pesar de ser distintas, las derechas auténticas, cualquiera de ellas, es mejor que la mejor izquierda, y 3.- ¡Que no debe haber enemigos en la derecha!